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El día que empecé a amar a los gatos

Nunca me han gustado los gatos, siempre me han parecido unos animalitos muy independientes, solitarios y egoístas que sólo se acercan zalameros a restregarse por tus piernas cuando tienen hambre o necesitan que les hagas mimos, y una vez que obtienen lo que quieren se largan satisfechos con la música a otra parte.
Por no hablar de los sustos que a veces te dan cuando de repente,  sin tú esperarlo,  dan un brinco para subirse al sofá,  a la mesa o a tu regazo.
Y las bolas de pelo… Menudas bolas de pelo que van soltando… Parece que estás en el Far West  y que son cómo esas grandes bolas de ramas que van cruzando las calles arrastradas por el viento.
Pero la otra noche empecé a amar a los gatos.
Fue el Viernes, hacía una mala noche, una noche invernal (ya era hora). Frío y una lluvia fina pero insistente de esa que parece que no moja pero que te cala hasta los huesos. Antes de irme a dormir decidí fumarme mi cigarrito de Buenas Noches asomada a la ventana. Fue entonces cuando al bajar la vista vi al lado de un coche aparcado dos gatos, uno negro y otro blanco con manchitas marrones pasando frío y mojándose. Estaban tumbados el uno al lado del otro, no se miraban, pero el gatito negro tenía puesta su patita encima del otro gato.

No se miraban, no se comunicaban (como quiera que se comuniquen los gatos), pero allí estaban uno al lado del otro dándose soporte.
Me recordaron a las personas, como cuando tienes un problema, y la persona que está a tu lado no sabe qué decirte, ni cómo consolarte, pero agarra tu mano como muestra de único consuelo y solidaridad, y con eso te basta porque hay veces que las palabras sobran.

Cerré la ventana, y me metí en la cama disfrutando del calor del hogar, un calor que muchos animalitos no disfrutan.
Ayer salí a la calle y me encontré al gatito blanco con manchitas marrones, le atraí hacia mí y le acaricié el lomo un ratito, mientras él se restregaba mimoso contra mi pierna.  Esta vez no me molestó.



P.D.: La foto la he cogido de Internet, pero viene más o menos a reflejar a los gatitos que yo vi esa noche.


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De zombies y vámpiros

Llevaba ya unos días sin actualizar... La verdad es que por las tardes últimamente estoy llegando bastante cansada a casa, mucho trabajo unido a un insomnio que me ha estado acompañando en los últimos días y que gracias a Dios ya está remitiendo.
Y es que yo soy muy nocturna, parezco un vámpiro. Me gusta acostarme tarde viendo la tele, (en el caso de que estén haciendo algo que me guste) o leyendo. Me encanta estar en la cama leyendo un buen libro en medio del silencio de la noche, cuando todos o casi todos están durmiendo.
Sobre las 00:30 o incluso la 1:00 decido apagar la luz y, aunque es tarde, si durmiera hasta las 7:30, que es cuando me suena el despertador, no estaría nada mal, el problema viene cuando durante una semana entera tu cuerpo se despierta insistentemente día tras días a las 6 de la mañana cuando al muy zoquete todavía le podría quedar hora y media de placentero sueño.
Y dormir 5 horas es jodido (con perdón), lo puedo llevar bien 1 día, incluso 2, pero cuando esto se prolonga... Ojeras, bostezos, piel pálida.. una zombie en toda regla vamos. Y encima una zombie con mucho trabajo.
Por eso cuando llego a casa a las 19:00 h. intento relajarme. Me pongo cómoda, me tumbo en la cama, enciendo una velita como única iluminación en toda la habitación, una varita de incienso de ruda o sándalo (mis favoritas) y me relajo y con suerte hasta me duermo media horita antes de cenar :)).
Pero luego llega la noche, y aunque cada mañana cuando suena el despertador juro y perjuro que nada más cenar me iré a la cama, lo cierto es que el vámpiro que llevo dentro sale de nuevo y vuelta a empezar.
Un círculo vicioso. Así estoy, deseando que llegue el fin de semana ¡Y es sólo martes!.
Que tengais Dulces Sueños, y tener cuidado: Anda un vámpiro suelto.
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De una lata... ¡Un portavelas!

Desde hacía un tiempo se me había despertado el gusanillo de hacer manualidades. Pienso que es un hobbie bonito con el que mantener ocupada la mente y que encima despierta la creatividad que todos llevamos dentro.
Así que después de inspirarme visitando algunos blogs, hoy he hecho mi primera manualidad.
Como me encantan las velas y las utilizo mucho, he hecho un portavelas.





Al ser el primero, creía que no me iba a salir demasiado bien, pero me ha gustado como ha quedado al final.
Hacer un portavelas es lo más fácil del mundo mundial :)
Se necesita una lata, ésta en concreto es una lata de atún. Para pintarla yo he utilizado pintura La Pajarita:



Esta pintura es para mezclarla con agua, pero en este caso yo la he utilizado sin agua. Ya que al mezclarla con agua, la pintura resbalaba por la lata y no secaba, por lo visto se debe mezclar con agua cuando vas a pintar sobre otro tipo de materiales como madera, papel, etc. Por lo tanto he utilizado la pintura directamente del botecito.
Una vez secada la pintura, he pegado con pegamento superglue un corazoncito acolchado que tenía.





Si os animáis ¡es súper fácil!. Yo voy a seguir coleccionando latas para hacer nuevos modelos.
Besitos y que paséis un buen fin de semana.





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Como una lija

Como una lija tengo la piel de la cara.
Y es que el tabaco y el beber menos agua que la que necesita un cactus, no es una buena combinación.
Así estoy yo ahora, con la cara embadurnada con una pasta verde, esperando que me proporcione la hidratación que mi cuerpo no genera.


Así que, ahí va uno de mis propósitos para este año nuevo. Conseguir una piel de porcelana,




suave e hidratada,




sin signos de cansancio o estrés...


Como supongo que no existe ninguna crema que por sí sola sea milagrosa, también tendré que obligarme un poquito a beber más agua, pero es que mira que me cuesta... A veces pienso que la neurona o lo que sea que indica que tenemos sed, la tengo un poco atrofiada.
No exagero si digo que como mucho bebo un vaso al día, y encima hay un gracioso por ahí que dice que hay que beber 8 vasos!!! Dios mío!! 8 vasos!! Como no me compre esto...




: )



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Me he dado cuenta...


que soy una exprimidora ….


una exprimidora de cosas. De todas aquellas que me hacen sentir bien.
Que oigo una canción por primera vez y resulta que me encanta porque me transmite buen rollito, pues la exprimo oyéndola  una y otra vez en bucle dándole al play cada vez que termina.

Que estoy leyendo un libro de esos que te engancha desde el principio, pues da igual que tenga 700 páginas, soy capaz de terminármelo en una semana quedándome a leer por las noches hasta las 2 de la mañana ( o más) sin importar que al día siguiente me suene el despertador a las 7:30 de la mañana (no me importa por la noche, aunque cuando me suena el despertador me acuerdo y no muy bien del autor del libro).

Que acabo de descubrir un blog y resulta que me chifla.… da igual que tenga 2000 entradas, lo leo y lo leo hasta que me escuecen los ojos.
Que abro una cajita de Princesitas… me la como entera. Mira que podría comerme 5 o 6 galletitas y así evitarme el empacho posterior, pero no…
Que veo un paisaje bonito, otros le echarían un vistazo, harían la foto de rigor y se marcharían. Yo me quedaría sentada mirando cada uno de sus detalles, absorbiendo con la mirada la imagen para que se quedara grabada en mi retina.
Cyd Kamauoha en Pinterest

Y ante todo esto, yo pienso…. ¿no sería mejor racionar las cosas que me hacen sentir bien para que éstas durarán más y por lo tanto el bienestar que me producen también se prolongara durante días?.
Tal vez…  pero creo que de momento seguiré exprimiendo.


P.D.: Estoy segura del veredicto que haría José Mota.  "¡Eres una ansiosa!"

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Frase Inspiradora

"Sólo aquellos que se arriesgan a ir más lejos podrán saber lo lejos que pueden llegar"